La primera construcción data de 1656, cuando unos cuantos devotos simpatizantes de la advocación a Nuestra Señora de Guadalupe resolvieron erigir una ermita en honor de la Virgen Morena, en el cerro compañero de Monserrate: el 8 de septiembre se llevó a cabo una peregrinación, presidida por la audiencia, el cabildo eclesiástico y el ayuntamiento, y fue trasladada una imagen de nuestra Señora de Guadalupe, que fue colocada en aquella modesta capilla. No tan concurrida como la de Monserrate, pero sí venerada con igual devoción, la ermita de Guadalupe se mantuvo hasta el día 18 de octubre de 1743 cuando el violento terremoto que sacudió la capital del virreinato la destruyó completamente. La imagen de la Virgen, sin embargo, quedó intacta después del movimiento sísmico y en peregrinación solemne se le trajo desde el cerro hasta la catedral.
La capilla fue reedificada por sus devotos en 1760, pero veinticinco años después el 12 de julio de 1785 un nuevo terremoto derribó esta construcción. Reconstruida por segunda vez, un nuevo temblor, el del año 1827, la destruyó casi completamente.
Todo parece indicar que los tentativos que se hicieron para restaurar la iglesita después de 1827 no tuvieron éxito alguno. Solamente en 1858 el presbítero Fernando Mejía se dio a la tarea de levantarla a fundamentis. Gracias a un folleto escrito por él mismo -con encantadora simplicidad, pero con pasmosa exactitud-, podemos conocer todos los detalles de esta nueva construc¬ción. Las dimensiones del templo eran:
"20 metros 80 centímetros de longitud, y 19 metros 20 centímetros de latitud. Sus cimientos ocultos en la tierra tienen dos metros 40 centímetros de profundidad y un metro sesenta centímetros de espesor; todo hecho de: calicanto y con materiales escogidos. Estos mismos muros se levantan de la superficie de la tierra por entre los aires a la altura de 7 metros 80 centímetros y un metro de espesor... La madera es de la mejor calidad; cortada en El Rosal de Subachoque, en buen tiempo y conducida a esta ciudad, y de aquí transportada a Guadalupe en hombros... El agua, la arena y la piedra, todo ha sido transportado a espaldas de hombres, desde las profundas honduras que hacen las caídas de la roca... Todo esto se ha hecho con súplicas y limosnas colectadas en las actuales y difíciles circunstancias... El ladrillo invertido en esta obra es mucho; la teja y demás materiales y cosas necesarias, y el alimento de los trabajadores, todo ha sido conducido de Bogotá a Guadalupe; porque en esta cima no hay nada, sino la pureza del aire y la vista que da la cúspide de una elevadísima pirámide levantada por la misma naturaleza...".
No hay comentarios:
Publicar un comentario